Esa misma noche, tras haber hablado con aquella misteriosa mujer de pálido rostro y oscuras vestimentas, desapareció y Gaia se dispuso a averiguar quién tenía a su amigo Tobir y si era cierto que una bestia merodeaba por aquel tenebroso bosque.
Tras un largo paseo con el que se iba adentrando a lo más profundo del bosque, escuchó un ruido que le erizó sus pelos de punta a cabeza, aquel ruido realmente la hizo temblar. Su imaginación le jugó una terrible pasada al hacerle imaginar que podría haber sido aquella monstruosa bestia de la que la mujer le habló, y para su suerte sólo era un pequeño animal que pasaba por ahí y pisó una rama. Cuando ya no había ni una gota de luz, todo empezó a ser diferente, todo se volvió muy tétrico para ella y tenía bastante miedo por aquella advertencia.
¿Le pasaría lo mismo? No lo sabía, pero ella quería seguir y no se iba a rendir, quería a su amigo con ella.